Arrebatando el Reino de Dios
Mateo 11:12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.
Este pasaje quizás sea uno de los más difíciles para muchos entender. Pues el contexto nos esta hablando de Juan el Bautista y en medio de la descripción del ministerio de Juan el Señor nos presenta este dato. La Nueva Versión Internacional traduce este pasaje de la siguiente manera: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él.” Pero me gusta como la Biblia Latinoamericana lo traduce, este dice: “Desde los días de Juan Bautista hasta ahora el Reino de Dios es cosa que se conquista, y los más decididos son los que se adueñan de él.” Si vemos como Juan fue atacado por los líderes religiosos de su época, podemos comprender que esto que dijo Jesús es cierto. Juan llamo“generación de víboras” a los fariseos y saduceos, porque estos solo iban a ver qué el estaba haciendo y pregonando, Mateo 3:7-9. Pero en sus corazones no creían que Juan fuera profeta. Jesús sufrió la misma situación, al punto que como sabemos fue llevado a la cruz a morir.
Los religiosos de aquella época y aun de la nuestra ponen grandes cargas para que la gente pueda venir a ser parte del Reino de Dios. Se ponen reglamentos y condiciones que aun nosotros mismos no podemos cumplir. ¿No suena esto a la misma situación del tiempo de Jesús? Los capítulos 12 y 23 de Mateo enseñan la actitud de estos hombres. La vida de Dios fluye desde el interior y esa vida cambia la forma de pensar, de hablar, cambia el comportamiento y entonces se refleja en lo externo. No pretendamos que lo de afuera cambie y el corazón todavía este cargado de pecados.
El Reino de Dios sufre violencia. ¿Cuántas personas, dirigidos por el padre de mentira, Satanás, no quieren detener la obra de Dios? Estos se esfuerzan por acallar la voz de la iglesia en el mundo. En esta misma nación, una sola mujer, dirigida por las huestes demoniacas en los años sesenta pudo detener la lectura de la Biblia y la oración en las escuelas públicas. Y la Palabra de Dios quedo fuera de la vida pública de los Estados Unidos. Algunos quieren eliminar el lema “One Nation Under God” (Una nación bajo Dios) de la promesa de lealtad a esta nación. Muchos señalan a la iglesia de intolerante e incomprensiva. Y en algunas ocasiones pueda que algunos sean así. Pero la iglesia de Jesucristo tiene la responsabilidad de mostrar el amor de Dios para el pecador pero nunca callar su voz de condenar el pecado y mostrar el camino de salvación.
Mis hermanos, aunque Satanás, sus demonios y seguidores quieran detener el avance del Reino de Dios y la iglesia no podrán porque Jesús nos dio poder sobre todo principado y potestad de las tinieblas y nos afirmó que “sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”, Mateo 16:18-19.
En el mundo hay muchas voces que llaman a los hombres y mujeres dándole falsas esperanzas y soluciones pasajeras. Hoy se presentan tantos caminos que parecen caminos buenos pero su fin es la muerte, Proverbios 14:12. El Reino de Dios sufre violencia. Al cristiano le llaman loco, ignorante, necio y el camino de fe no es comprendido por la gente pecadora.
Muchos quieren los beneficios de Dios pero no quieren comprometerse con él para vivir una vida en santidad. A muchos hermanos los mete en la cárcel, se les tortura y aun se les lleva a la muerte por su fe en Cristo.
El Reino de Dios sufre violencia y hay que ser valiente para alcanzarlo. El Reino de Dios es cosa de conquista y los más decididos se adueñan de él. Hay que conquistar la vida espiritual. Estamos en una lucha constante. Los deseos pecaminosos nos asedian o persiguen todo el tiempo. Las atracciones de este mundo batallan constantemente para distraernos del propósito que tenemos de agradar a Dios. Y, ¿Qué vamos a hacer, nos dejaremos influenciar por esos deseos mundanos?
¿Permitiremos que Satanás tome ventaja? El Señor nos dice: Yo he vencido al mundo, Juan 16:33, y estoy con ustedes hasta el fin, Mateo 28:20. No les dejare ni les desamparare. Por eso podemos estar confiados que nosotros en su nombre podemos vencer, porque mayor es el que esta en nosotros que el que esta en el mundo, 1 Juan 4:4. Esta es la promesa
de Dios, que tenemos la victoria por nuestra fe, 1 Juan 5:4.
Tenemos que ser valientes, tenemos que ser decididos para dejar la comodidad de los deseos mundanales y vivir una vida de fe y de santidad. Tenemos que ser valientes y decididos para morir al yo, al pecado, al miedo de lo que dirán los
familiares, los amigos, los compañeros de trabajo porque no compartimos su estilo de vida. El que quiera ser amigo del mundo es enemigo de Dios, Santiago 4:4. Yo les hago la misma pregunta que le hizo Josué al pueblo de Israel;
Escogeos vosotros a quien van a servir, si a los dioses de este mundo o a Jehová. Y si van a servir a Jehová, entonces sírvanle con temor, en integridad y de verdad. Quiten de sus vidas los dioses falsos de la mundanalidad y vivan para
Dios, Josué 24:14-15. Pero yo y mi casa serviremos al Señor.
Los valientes, los decididos alcanzan el Reino de Dios. La Escritura nos dice que el amor echa fuera el temor. No debemos temer lo que nos pueda hacer el hombre. Dios tiene nuestras vidas en sus manos. Es muy fácil determinar quién o qué es
nuestro Dios. Examinando nuestras prioridades. Si tuviera que escoger entre ganar dinero o enseñarle a alguien el camino de salvación, ¿qué hago? Si tengo alguna pertenencia, sea ropa, dinero, algún equipo de la casa, y conozco a alguien que
esta en necesidad, ¿Qué hago? Este tipo de pregunta nos da la respuesta de quien es verdaderamente nuestro
dios. Mis hermanos, oro todos los días para que podamos tomar la decisión correcta de servir a Jesús siempre.
¿Cómo tomaremos el Reino de Dios?
Por medio de la fe en Jesús. Despojándonos del viejo estilo de vida pecaminoso, con sus deseos carnales y vistiéndonos de la vida nueva en Cristo, Efesios 4:22-24. Escudriñando o estudiando la Palabra de Dios, pues en ella esta la vida eterna y el testimonio de Jesucristo, Juan 5:39. Andando en la obras que Dios preparo de antemano para que anduviésemos en ellas, Efesios 2:10. Dando testimonio del amor de Dios y su salvación, 2 Timoteo 1:8. Amándonos y soportándonos los unos a los otros, Efesios 4:2. Estar juntos y en armonía, Salmo 133. Dejando atrás el pecado que nos persigue, Hebreos 12:1. Mirando siempre a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, Hebreos 12:2. Permanecer y perseverar hasta el fin, Marcos 13:13.
Estas cosas para el hombre natural no son fáciles y aun para el espiritual se hacen difíciles en ocasiones. Pero la promesa del Señor es que el que sea fiel hasta el fin, ese recibirá la corona de vida, Apocalipsis 2:10. Sigamos el consejo del
Apóstol Pablo, “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, Filipenses 3:13.
Mateo 11:12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.
Este pasaje quizás sea uno de los más difíciles para muchos entender. Pues el contexto nos esta hablando de Juan el Bautista y en medio de la descripción del ministerio de Juan el Señor nos presenta este dato. La Nueva Versión Internacional traduce este pasaje de la siguiente manera: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él.” Pero me gusta como la Biblia Latinoamericana lo traduce, este dice: “Desde los días de Juan Bautista hasta ahora el Reino de Dios es cosa que se conquista, y los más decididos son los que se adueñan de él.” Si vemos como Juan fue atacado por los líderes religiosos de su época, podemos comprender que esto que dijo Jesús es cierto. Juan llamo“generación de víboras” a los fariseos y saduceos, porque estos solo iban a ver qué el estaba haciendo y pregonando, Mateo 3:7-9. Pero en sus corazones no creían que Juan fuera profeta. Jesús sufrió la misma situación, al punto que como sabemos fue llevado a la cruz a morir.
Los religiosos de aquella época y aun de la nuestra ponen grandes cargas para que la gente pueda venir a ser parte del Reino de Dios. Se ponen reglamentos y condiciones que aun nosotros mismos no podemos cumplir. ¿No suena esto a la misma situación del tiempo de Jesús? Los capítulos 12 y 23 de Mateo enseñan la actitud de estos hombres. La vida de Dios fluye desde el interior y esa vida cambia la forma de pensar, de hablar, cambia el comportamiento y entonces se refleja en lo externo. No pretendamos que lo de afuera cambie y el corazón todavía este cargado de pecados.
El Reino de Dios sufre violencia. ¿Cuántas personas, dirigidos por el padre de mentira, Satanás, no quieren detener la obra de Dios? Estos se esfuerzan por acallar la voz de la iglesia en el mundo. En esta misma nación, una sola mujer, dirigida por las huestes demoniacas en los años sesenta pudo detener la lectura de la Biblia y la oración en las escuelas públicas. Y la Palabra de Dios quedo fuera de la vida pública de los Estados Unidos. Algunos quieren eliminar el lema “One Nation Under God” (Una nación bajo Dios) de la promesa de lealtad a esta nación. Muchos señalan a la iglesia de intolerante e incomprensiva. Y en algunas ocasiones pueda que algunos sean así. Pero la iglesia de Jesucristo tiene la responsabilidad de mostrar el amor de Dios para el pecador pero nunca callar su voz de condenar el pecado y mostrar el camino de salvación.
Mis hermanos, aunque Satanás, sus demonios y seguidores quieran detener el avance del Reino de Dios y la iglesia no podrán porque Jesús nos dio poder sobre todo principado y potestad de las tinieblas y nos afirmó que “sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”, Mateo 16:18-19.
En el mundo hay muchas voces que llaman a los hombres y mujeres dándole falsas esperanzas y soluciones pasajeras. Hoy se presentan tantos caminos que parecen caminos buenos pero su fin es la muerte, Proverbios 14:12. El Reino de Dios sufre violencia. Al cristiano le llaman loco, ignorante, necio y el camino de fe no es comprendido por la gente pecadora.
Muchos quieren los beneficios de Dios pero no quieren comprometerse con él para vivir una vida en santidad. A muchos hermanos los mete en la cárcel, se les tortura y aun se les lleva a la muerte por su fe en Cristo.
El Reino de Dios sufre violencia y hay que ser valiente para alcanzarlo. El Reino de Dios es cosa de conquista y los más decididos se adueñan de él. Hay que conquistar la vida espiritual. Estamos en una lucha constante. Los deseos pecaminosos nos asedian o persiguen todo el tiempo. Las atracciones de este mundo batallan constantemente para distraernos del propósito que tenemos de agradar a Dios. Y, ¿Qué vamos a hacer, nos dejaremos influenciar por esos deseos mundanos?
¿Permitiremos que Satanás tome ventaja? El Señor nos dice: Yo he vencido al mundo, Juan 16:33, y estoy con ustedes hasta el fin, Mateo 28:20. No les dejare ni les desamparare. Por eso podemos estar confiados que nosotros en su nombre podemos vencer, porque mayor es el que esta en nosotros que el que esta en el mundo, 1 Juan 4:4. Esta es la promesa
de Dios, que tenemos la victoria por nuestra fe, 1 Juan 5:4.
Tenemos que ser valientes, tenemos que ser decididos para dejar la comodidad de los deseos mundanales y vivir una vida de fe y de santidad. Tenemos que ser valientes y decididos para morir al yo, al pecado, al miedo de lo que dirán los
familiares, los amigos, los compañeros de trabajo porque no compartimos su estilo de vida. El que quiera ser amigo del mundo es enemigo de Dios, Santiago 4:4. Yo les hago la misma pregunta que le hizo Josué al pueblo de Israel;
Escogeos vosotros a quien van a servir, si a los dioses de este mundo o a Jehová. Y si van a servir a Jehová, entonces sírvanle con temor, en integridad y de verdad. Quiten de sus vidas los dioses falsos de la mundanalidad y vivan para
Dios, Josué 24:14-15. Pero yo y mi casa serviremos al Señor.
Los valientes, los decididos alcanzan el Reino de Dios. La Escritura nos dice que el amor echa fuera el temor. No debemos temer lo que nos pueda hacer el hombre. Dios tiene nuestras vidas en sus manos. Es muy fácil determinar quién o qué es
nuestro Dios. Examinando nuestras prioridades. Si tuviera que escoger entre ganar dinero o enseñarle a alguien el camino de salvación, ¿qué hago? Si tengo alguna pertenencia, sea ropa, dinero, algún equipo de la casa, y conozco a alguien que
esta en necesidad, ¿Qué hago? Este tipo de pregunta nos da la respuesta de quien es verdaderamente nuestro
dios. Mis hermanos, oro todos los días para que podamos tomar la decisión correcta de servir a Jesús siempre.
¿Cómo tomaremos el Reino de Dios?
Por medio de la fe en Jesús. Despojándonos del viejo estilo de vida pecaminoso, con sus deseos carnales y vistiéndonos de la vida nueva en Cristo, Efesios 4:22-24. Escudriñando o estudiando la Palabra de Dios, pues en ella esta la vida eterna y el testimonio de Jesucristo, Juan 5:39. Andando en la obras que Dios preparo de antemano para que anduviésemos en ellas, Efesios 2:10. Dando testimonio del amor de Dios y su salvación, 2 Timoteo 1:8. Amándonos y soportándonos los unos a los otros, Efesios 4:2. Estar juntos y en armonía, Salmo 133. Dejando atrás el pecado que nos persigue, Hebreos 12:1. Mirando siempre a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, Hebreos 12:2. Permanecer y perseverar hasta el fin, Marcos 13:13.
Estas cosas para el hombre natural no son fáciles y aun para el espiritual se hacen difíciles en ocasiones. Pero la promesa del Señor es que el que sea fiel hasta el fin, ese recibirá la corona de vida, Apocalipsis 2:10. Sigamos el consejo del
Apóstol Pablo, “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, Filipenses 3:13.